Hierro en el océano para combatir el cambio climático
"Polarstern"
La fertilización de los océanos con hierro podría provocar que el dióxido de carbono permaneciese enterrado durante siglos, según lo reveló un reciente estudio publicado en la revista Nature.
El equipo de investigadores alemanes asegura que el hierro induce el crecimiento de pequeñas plantas marinas que se hunden en el océano y se llevan con ellas el CO2, lo que podría ayudar a combatir el cambio climático.
Se trata de una de las ideas más antiguas para aportar una 'solución técnica' al clima. Sin embargo, antes de que el método se ponga en práctica hacen falta más investigaciones. La prioridad, dicen los científicos, debe ser frenar las emisiones de CO2.
En el pasado se han llevado a cabo cerca de 12 experimentos de fertilización con hierro en el mar, que han sido estimulados por el oceanógrafo pionero de la teoría, John Martin.
En la década de los 80, Martin sugirió que en muchas partes de los océanos el crecimiento del fitoplancton -las diminutas plantas marinas o algas- se ve limitado por la falta de hierro.
Según él, la adición del elemento químico permitiría que las plantas hicieran pleno uso de nutrientes como el nitrógeno y el fósforo y, al crecer, absorberían el dióxido de carbono.
Desde entonces, este se ha convertido en el enfoque más estudiado de todos los propuestos por la 'geoningeniería', que ofrece soluciones técnicas para el cambio climático.
Otros experimentos han demostrado que la adición de hierro estimula el crecimiento del fitoplancton y absorbe el CO2, pero no han dejado claro si el carbono vuelve a liberarse cuando las plantas mueren o por medio de la respiración de los pequeños animales (zooplancton) que se alimentan de ellas.
La nueva investigación, relacionada con el Experimento de fertilización con hierro europeo (EIFEX, por sus siglas en inglés) realizado en 2004 en el Océano Antártico, es el primero en dar una respuesta clara a esas preguntas.
Sedimentos
EIFEX depositó cerca de cinco toneladas de sulfato de hierro en un remolino del Océano Antártico. Los científicos mostraron que el agua de esa corriente era bastante autónoma y se aislaba del resto del océano.
El hierro provocó que afloraran las algas, que murieron días después cuando la concentración de hierro se redujo.
Durante siete semanas, los científicos monitorearon el agua dentro y fuera del torbellino, y también antes, durante y después de la implementación del sulfato de hierro.
'Teníamos instrumentos que se podían desplegar hasta el fondo del mar a una profundidad de 3.800 metros', dijo Victor Smetacek, investigador principal del estudio.
'También contábamos con botellas que se cerraban a profundidades específicas para captar muestras de agua. Con ellas realizamos un gran número de mediciones del fitoplancton y su entorno (los nutrientes, el hierro y el zooplancton)', señaló a la BBC el científico del Instituto Alfred Wegener.
Las mediciones mostraron que aproximadamente la mitad del carbono que absorben las algas de las aguas superficiales, se hundía en el fondo del mar cuando el fitoplancton moría.
'El carbono orgánico en las algas muertas se filtró y se convirtió en una masa pegajosa, que a su vez arrastró a otras partículas hasta el fondo', dice.
Como el dióxido de carbono está en constante intercambio entre la superficie del océano y la atmósfera, la presunción es que una vez que el carbono ha llegado al fondo del océano en forma sólida, permanecerá allí durante siglos. Mientras tanto, el agua de la superficie -que estaría relativamente empobrecida de carbono- absorbería más CO2 de la atmósfera.
'Esta no es una solución'
El doctor Michael Steinke de la Universidad de Essex en el Reino Unido, quien no participó en el estudio, dijo que se trata de 'la primera evidencia de la conexión entre la atmósfera -cada vez más cargada de CO2- y las profundidades del mar'.
Sin embargo, los experimentos de fertilización con hierro a lo largo de los años han dejado una clara lección: cada trozo de océano es distinto. Y cada uno precisa de la mezcla correcta de nutrientes y el tipo correcto de organismos.
El experimento más grande de todos, llamado Lohafex, asestó un duro golpe a las esperanzas de la fertilización del océano cuando confirmó hace tres años que seis toneladas de hierro inducían el crecimiento de apenas un poco de plancton.
'¿Este nuevo experimento abre las puertas a la geoingeniería a gran escala utilizando la fertilización del océano para mitigar el cambio climático?', preguntó el doctor Steinke. 'Probablemente no, ya que la logística de encontrar el lugar adecuado para tales experimentos es difícil y costosa. De los 12 experimentos de fertilización de este tipo, este ha sido el único ejemplo hasta la fecha que muestra que el carbono se sedimenta en el fondo de aguas profundas y se mantiene lejos de la atmósfera'.
El profesor John Shepherd, del Centro Nacional de Oceanografía del Reino Unido, quien presidió el reporte de la Royal Society 'La geoingeniería del clima', dijo que también es necesario que se tome en cuenta el impacto que la fertilización con hierro tendría sobre la vida marina, antes de ser considerada una 'solución técnica'.
'Aunque la nueva investigación es una contribución interesante y valiosa en este campo en evolución, no se ocupa de los posibles efectos ecológicos secundarios de la tecnología y sigue siendo un único estudio en un campo poco conocido', dijo.
El análisis del profesor Smetacek es que, tras una fertilización a gran escala, el océano solo podría ocuparse de una cuarta parte del dióxido de carbono que es depositado en la atmósfera por el transporte, la agricultura y otras industrias.
'Esta no es una solución. Lo primero que tenemos que hacer es reducir las emisiones. Eso es lo absolutamente esencial'.
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